Si bien la casa no podemos decir que esté mal, la rehabilitación y amueblado no es lo que se espera de una casa rectoral antigua. Los muebles no son antiguos. Solo pino de calidad baja, con mobiliario en las zonas comunes bastante deteriorado. Lo ofertado como menú gastronómico no se corresponde con lo ofrecido. Vino de fuera de Galicia, quesos y embutidos comprados en el supermercado de turno. Ni quesos gallegos, ni embutido ibérico, ni mencía de la Ribeira Sacra. No tienen restaurante propio y se nota. El desayuno es de autoservicio, en la cocina de la casa: aquí está la cafetera, en la nevera la leche, y os dejo unos cruasanes de bollería industrial y pan de molde para hacer tostadas.... El trato es bueno, y las habitaciones no están mal. El entorno de jardín está muy cuidado y en verano se podría disfrutar.
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