El hotel en sí está bien ciudado. Está bien ubicado. El problema es que a la hora del desayuno debieran haber previsto la avalancha de turistas argentinos y tener más lugares donde poder sentarse. Varios días, con mi madre (que tiene 86 años) nos quedamos en unos asientos de descanso (como puffs) porque no había absolutamente ninguna mesa disponible. Además, el personal es insufiente para la cantidad de turistas.
Otra cosa, que el hotel no tenga restaurante (siendo que en la página web de ACCOR indica lo contrario) y no tenga patente de alcoholes, lo encuentro sencillamente increíble.
Al llegar del viaje en avión, lo único que queríamos era tomarnos un trago. Fuimos al ”restaurante” y nos dijeron que no vendían alcohol y lo único que tenían para comer eran algunos platos ya hechos (quizás de cuando'??) y sólo los calientan.