El hotel es excelente. Las habitaciones limpias y en muy buen estado. Son silenciosas y tranquilas. La atención del personal súper amable. Lo malo: el restauranre. El chef es un secuesteador serial de sabores, ya que los platos llegan sin ningún tipo de condimento. Ni siquiera sal. Pedí un ceviche, y no tenía limón, ni leche de tigre, ni sal, ni picante. Parecía una ensalada insípida. El risotto que comió mi marido era un arroz hervido y pasado sin sabor. El viaje anterior pasó lo mismo con los fetuccinis. Horrible comida, arención mediocre.
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