Nos atendieron estupendamente, tanto Mauricio como Tania. El pueblo es muy tranquilo y se puede caminar por el con seguridad incluso de noche. Aunque la calle que da al hotel está sin asfaltar y da a un extremo del pueblo, merece realmente la pena por las vistas que tienes a los Andes y al Nevado del Ruiz. Desayunos muy ricos, fruta fresca, arepas y "huevos pericos" (muy ricos). El mejor momento, el desayuno con vistas. Puedes disponer de uno de los jacuzzi al aure libre previa reserva. Muy recomendable!
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