オステリア デル ムデハル アビラ

Felix es un gran anfitrión. La casa está fenomenal, es muy tranquila y las habitaciones están muy bien equipadas. Cenamos un solomillo riquísimo y el desayuno tipo buffet del día siguiente estaba perfecto.

Es la primera vez en mi vida, y tengo 47 años y cientos de hoteles visitados, que me encuentro con una atención tan intencionadamente pésima. El de recepción, que creemos que es el dueño, no hizo ni un amago de simpatía, todo eran problemas y malas formas, cuando le digo que no me hable mal, me responde aún peor, después se ponía de malas por la cualquier duda que le planteábamos, cuando salimos a dar una vuelta le preguntamos si al volver la puerta iba a estar abierta o nos valía la llave de la habitación (solo nos dio una), y nos suelta, con una soberbia exagerada, que "tendré que dejarla abierta...". Tal fue el mal rato, que, por la mañana, no fuimos a la piscina solo por no encontrarnos con él. El lugar no está mal, pero a diez minutos hay lugares con algo menos de encanto, pero atención exquisita. Todo esto sin hablar del precio (108€ por una noche), que incluía un desayuno de risa y habitaciones con el techo lleno de telarañas y con todo algo sucio. Teníamos que haber leído las criticas antes de ir, nos hubieramos ahorrado mucho. No se me ocurriría volver a pasar por allí.